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La última vez que cogÍ la ruta 1 de la Papagayo

En la ciudad de Cali cada vez se ven menos las busetas y los buses del urbano, que antes eran tan comunes como los taxis hoy en día. Ahora vemos más que todo los azules y los verdes, que son los colores de los vehículos del Masivo. Muchos extrañan el colectivo, ese que pasaba en un hora y una frecuencia determinada, en el que no había necesidad de hacer trasbordos y que en el que se podía decirle al conductor que te llevaran hasta en $800 cuando el pasaje valía más.

 

Así pues, las quejas día a día crecen porque el Masivo no ha cumplido todas las expectativas y necesidades que tenemos los ciudadanos. De pronto como dice el dicho nos fuimos de "Guatemala para Guatepeor", pero en la historia del Masivo y el Urbano no hay un verdadero antagonista, la cuestión es que lo que le falta uno lo tiene el otro y viceversa. 

 

Después de usar tanto tiempo el Mio como único sistema de transporte, ya era hora de volver a coger un colectivo antes de que desaparezcan. Entonces, en una de esas calurosas tardes en Cali, me dispuse a esperar la ruta 1 de la Papagayo, en la parada del puente cerca a la 14 de Calima. En diez minutos apareció la buseta tricolor con su famoso logo con la forma de un papagayo.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al subirse a la buseta con lo primero que me encontre en la puerta fue con un sensor que hacia un sonido cada vez que alguien se subia y en la cabina del conductor había una imagen de la virgen, junto con muñequitos y una caja de metal donde se veían muchas monedas. El pasaje costaba $1600, sin embargo el conductor llevo a una señora de edad en $1200. Después de pagar mi pasaje me sente en el puesto de adelante y abri la ventana porque hacía el tipico calor intenso de estos días. Por supuesto el conductor llevaba su música, que provenia de la estación de radio Tropicana 93,1FM, en ese momento sonaba la canción "con un adios" del Charrito Negro. 

 

Así pues, el recorrido inicio por la popular calle 70, por la que se veían otros colectivos circulando, junto con camiones, motos, carros particulares y carretas de caballo. En la primera parte del trayecto, el tráfico se veía muy pesado, por ello la buseta avanzaba a paso lento pero así mismo recogía varios pasajeros en la vía.

 

Uno de estos pasjeros era un señor joven que vendía galletas bridge, y que pedía colaboración de los pasajeros por su difícil situación económica. “Esto se ve a diario”- pensaba yo, en el Mio también se suben a vender dulces o hacer otras actividades, para conseguir algo de dinero honradamente. Así que decidí comprar una galleta, para degustar mientras hacía el recorrido. 

 

Después de un tiempo el tráfico se puso suave y fluido, así que pude mirar cuanto negocio había por esa zona. De esta manera por el puente de la Calle 70 con Carrera 8ª vi talleres de mecánica, la Base aérea, la clínica Burgos, venta de muebles, jardines infantiles, tiendas de ropa Herpo, un almacén Superinter, la Nueva IPS, una estación de servicio ESSO, el parque de la Caña, Bavaria y Postobon entre otros. De hecho este es un sector comercial, que cuenta con casas a sus alrededores, y por el que en las calles se pueden observar varios vehículos de servicio urbano y intermunicipal.

 

Luego a las 4:00pm ya había bajado considerablemente el sol, aunque dentro de la buseta se sentía mucho calor. A medida de que la tarde caía el vehículo se llenaba de pasajeros que eran hombres y mujeres de diferentes edades, algunos con sus hijos otros iban con maletas, bolsos o con mercancía. Más adelante me encontré con el barrio Obrero, en cual habían muchas ferreterías, negocios de mecánica, pintura y bicicleterias. Y por el andén circulaban tantas personas como carros por la vía.

 

 

 

 

 

Al llegar a la Carrera 8ª con Calle 24, el tráfico se empezó a tornar más lento y las calles más estrechas. La buseta avanzaba muy poco y en las calles se veían bastantes personas ir y venir. En este momento también se sentía el ambiente propio del centro, con los negocios apeñuscados en la acera, que en esta zona eran puestos de herramientas. Por otro lado se veía el famoso almacén Washington que lleva muchos años en la ciudad. Así mismo se podía divisar almacenes de ropa, zapatos y telas, que son tan comunes en el centro. Lo cierto es que en el centro de Cali se puede encontrar una gran variedad de productos y precios, basta con transitar esta calle para enterarse de esto. 

 

Ahora bien, por la Carrera 8ª con 13, me di cuenta de que la buseta de la Papagayo era el único servicio de transporte urbano que pasaba por ahí junto con las gualas, las cuales que se dirigían hacia Terrón Colorado. Por esta vía habían carros parqueados a lado y lado, a pesar de que se advertía la presencia de los guardas de tránsito. Igualmente en este espacio se podía observar otros negocios pero en esta ocasión eran de comidas, como el conocido restaurante Punto Sabroso. Posteriormente estaba la Gobernación y la concurrida Plazoleta de San Francisco y a su alrededor una gran cantidad de palomas.

 

Hacia las 4:30pm la buseta ya iba por la reconocida Calle 10, en la que se veía el tradicional hotel Aristi, y más adelante varios negocios de venta de libros nuevos y usados, el concurrido parque de Santa Rosa y en este la iglesia Santa Rosa. Además de esto habían floristerías, mueblerías y venta de electrodomésticos, que se hacían muy frecuentes por este sector.  Unas cuadras más adelante por la Calle 10 con Carrera 10 estaba el Palacio de Justicia, donde se distinguian los encorbatados de los juzgados. 

 

Seguidamente en la Carrera 10 entre Calle 13, se podía observar la llamada “zona de tolerancia” de Cali, donde se encuentra gran cantidad de prostíbulos, venta de productos ilegales y habitantes de la calle. "En las calles del centro la vida es muy dura, ahí donde los ves algunos estan llevados por la droga y el abandono", decía un muchacho que iba conversando con alguien en el asiento que estaba atrás de mi. De hecho por esta calle se asoma el barrio El Calvario, donde se veían calles llenas de desperdicios y personas que pedían dinero o comida en los semáforos. También, por este sector había una gran comercio de hierbas, flores y repuestos de carros. Así pues, al pasar por el centro la buseta iba dejando a varios de sus pasajeros y recogiendo a otros. 

 

El conductor, al mismo tiempo que recibía el dinero de los pasajes tenía que estar pendiente de hacer las paradas cada que alguien le hacia una seña. Por ello es que este trabajo no es tan fácil, además tienen que lidiar con pasajeros problemáticos o con los llamados "dueños de lo ajeno". 

 

Prontamente eran ya las 4:50pm y empezaba a formarse los famosos trancones interminables del Centro de Cali. No solo se podian ver los rios de personas por las calles,  la variedad de comercio y los vehiculos de transporte sino que también se sentía una mezcla extraña de olores de comida, basura, gasolina y humo de carro. Es el olor de las calles del Centro de Cali que se alborotaba con el calor y que provocaba que quisiera salir de rápido de ahí.

 

Por otra parte el comercio informal en la calle también se hacía notar, de manera que vendían comida, bebida y objetos a los pasajeros de las busetas por medio de las ventanas. Así que decidí comprarme un delicioso jugo de coco con hielo, ya que efectivamente los jugos del Centro de Cali son muy buenos.

 

Finalmente mi recorido terminó por la Carrera 10 con Calle 15, cerca a la estación de Petecuy. Por este tramo habían comerciantes e igualmente habitantes de la calle. En el centro hay tantos rostros de personas así como cantidades de negocios. Y un recorrido en el colectivo da la oportunidad de abrir la ventana, sentir olores y ver personas de todo tipo.

 

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